En el año 2013 fue la primera vez que tuve contacto con la pornografía, fue a través de una imagen y esa imagen permaneció en mi mente por mucho tiempo.
Esa imagen me despertó el deseo de ver más que una imagen y es cuando empezó mi travesía en la pornografía.
Aparentemente disfrutando del deseo, motivaba a otros a hacer lo mismo, 5 años pasaron para que me diera cuenta que lo único que estaba haciendo era destruir mi vida poco a poco, mi mente se contaminaba más y más. Me sentía culpable y sucio cada día.
La pornografía, diseñada para ahogar, destruir, robar, matar, encadenar, aprisionar, no por un día sino por años. Haciendo olvidar el valor que se le dio al sexo.
El primer paso que marcó el inicio de mi libertad fue exponer mi problema a mi papá y él marcó el camino que debía de seguir para llegar hacia la libertad.
Hay momentos en que no quieres seguir metido en esto, sales de el navegador como si nada hubiera sucedido, pero, es ahí cuando la decepción ha inundado tu mente, tu corazón está envuelto en culpabilidad y te sientes sucio. Dijiste ya no lo haré y lo volviste a hacer, dijiste ya no quiero ver y lo volviste a ver.
La pornografía solo está robando, matando y destruyendo tu vida, pero Jesús viene al rescate y te entrega una vida plena es decir una vida de la que puedas ser libre y responsable de tu vida.
Finalmente, quiero decir que deje entrar a la pornografía a mi intimidad y la única manera de salir de ella fue en comunidad.
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